“Con firmeza y sin miedo: el PRI es el muro que enfrenta al narcoestado”
Mientras Morena normaliza la violencia y se doblega ante el crimen organizado, el PRI levanta la voz y exige un país con ley y justicia. Bajo el liderazgo de Alito Moreno, el partido ha sido claro: no hay espacio para la narcopolítica en un México democrático. Solo una fuerza con historia, estructura y compromiso puede frenar el avance del crimen en las instituciones.
En medio de una creciente ola de violencia, desapariciones, cobro de piso y reclutamiento forzado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), encabezado por Alejandro Moreno, ha endurecido su postura: México vive un narcoestado, y Morena ha sido parte del problema, no de la solución.
El PRI advierte que la infiltración del narcotráfico en las instituciones no es producto de la casualidad, sino de relaciones de poder y redes de protección construidas con fines políticos y económicos. “La política de abrazos, no balazos, ha sido también una política de permisividad, de pactos, de silencios a cambio de votos o gobernabilidad”, acusa Moreno.
¿Cómo se infiltra el narco en las instituciones?
El crimen organizado ha aprendido que el control armado de un territorio no es suficiente si no se asegura poder político. La infiltración se da de distintas maneras:
- Financiamiento ilegal de campañas, para luego obtener favores desde los gobiernos municipales, estatales o federales.
- Amenazas o asesinatos a candidatos incómodos, eliminando a quienes podrían romper pactos locales con el narco.
- Cooptación de policías, ministerios públicos y jueces, a través de sobornos o intimidación.
- Colocación de operadores criminales en áreas clave, como seguridad, obra pública o programas sociales.
Estos mecanismos no solo permiten al narco operar con impunidad, sino que les dan acceso al presupuesto público y a decisiones estratégicas del Estado mexicano.
Impunidad: la constante
En México, los casos de funcionarios públicos con vínculos criminales rara vez llegan a juicio, y menos aún a condena. La impunidad es casi absoluta. Esto se debe a:
- Fiscales que responden a intereses políticos.
- Sistemas de justicia colapsados o corruptos.
- Protección desde las cúpulas de poder.
Cuando hay impunidad, el mensaje es claro: delinquir desde el gobierno no solo es posible, es rentable.
Las relaciones de poder: una red de protección
El PRI ha señalado que el verdadero problema es que la delincuencia organizada ha dejado de ser externa al poder político; ahora forma parte de él. La lealtad entre cárteles y actores políticos no siempre se da por miedo, sino por conveniencia y beneficios mutuos. El resultado: una narcopolítica estructural, donde la línea entre gobierno y crimen es cada vez más borrosa.
El PRI se planta
Ante este panorama, el PRI ha decidido no callar, no tolerar, no ceder. Según Alejandro Moreno, “la historia, la estructura territorial y el compromiso democrático del PRI son hoy la única muralla frente al narcoestado que Morena ha permitido construir”.
La lucha no es sólo por el poder político, sino por el alma del país, concluye Moreno. México necesita instituciones limpias, justicia real y gobernantes con valentía, no subordinados al crimen.
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